Un encuentro con el pasado... Los monumentos del Egipto Faraónico nos han intrigado durante siglos. Nadie comprendía por qué y cómo un pueblo que sólo disponía de instrumentos sencillos y de sus brazos había levantado aquellas pirámides cuya "perfección" no ha dejado aún de asombrarnos.  A lo largo de río Nilo solo unas pocas hectáreas de tierra han sido arrebatadas al árido desierto, donde se ha podido desarrollar vida.  No hay nada tan gratificante como la navegación por el Nilo en faluca (veleros pequeños) donde el único ruido es el crujir de mástil cuando la vela es hinchada por el viento.  Luxor, Abu Simbel, Aswan completan el viaje al antiguo Egipto.  El Desierto Blanco recibe este nombre debido a las formaciones calcáreas de este color.  Si se ven iluminadas por la luz de la luna el espectáculo es, sencillamente, alucinante.  Es accesible a los viajeros sólo desde la década de 1980.  Recorreremos este desierto en 4 x 4 a través de un paisaje desértico marcado por dunas y elevados escarpes montañosos. En la ruta, en medio de depresiones erosionadas por el viento, visitaremos cuatro oasis: Baharya, Farafra, Dakhla y Kharga que han dependido casi continuamente del valle del Nilo desde el Imperio Medio, gobernados por faraones, persas, romanos, mamelucos, turcos y británicos, que dejaron su huella en forma de templos, tumbas, fuertes, mezquitas o carreteras.