Seguimos con nuestra particular “exploración” del Archipiélago. Os proponemos descubrir dos islas
fascinantes, llenas de rincones desconocidos para el turista habitual. Nos saldremos de las rutas de
turismo masivo y os mostraremos un tesoro natural y cultural que sólo el visitante inquieto e interesado
en lo autóctono alcanza a conocer.
Las Islas Canarias cuentan con un 45% de su territorio protegido y 145 Espacios Naturales en algo más
de 7.000 km2 de territorio. Éstos incluyen tres Reservas de la Biosfera de la UNESCO y cuatro de los 12
Parques Nacionales españoles: Timanfaya en Lanzarote, La Caldera de Taburiente en La Palma,
Garajonay en La Gomera y Las Cañadas del Teide en Tenerife. Todas las islas sin excepción cuentan con
un nutrido mosaico natural y algunos enclaves sin comparación en todo el planeta.
Aun siendo las más antiguas del archipiélago, Fuerteventura y Lanzarote se resisten a envejecer y en
cada paso nos muestran la lucha eterna que para ello han de entablar con su mayor enemigo y
cómplice: el mar. La erosión ha sido implacable con estas islas que han intentado sobrevivir durante
millones de años con nuevos procesos eruptivos provocando así un confuso paisaje de arenales, conos
volcánicos, malpaíses, cráteres y grutas.
Comenzaremos nuestro viaje por Fuerteventura, la isla de mayor longitud del archipiélago, con unos 100
Km. desde la Punta Tiñosa, en el norte, hasta Jandía, en el sur. También es la segunda en extensión,
después de Tenerife, incluidos los 4,38 Km de la isla de Lobos y la más cercana al continente africano. A
causa de la acción constante de los vientos y del resto de agentes erosivos, Fuerteventura no tiene un
relieve montañoso, siendo su altura máxima el Pico de la Zarza con 807 m en la Península de Jandía.
En el pasado, Fuerteventura tuvo una fuerte economía agrícola y ganadera. El declive de estos sectores
benefició la recuperación de la vegetación. Aunque sigue presente el muchas veces devastador ganado
caprino, no nos será difícil encontrar interesantes ejemplares botánicos como el cardón de Jandía, el
verode, las tabaibas, las palmeras, los tarajales, etc. Respecto a la fauna nos podemos encontrar
invertebrados, reptiles, aves y peces de variadas especies y familias.
Nuestro paso a Lanzarote lo realizaremos por el estrecho de Bocaina con una distancia de 10 Km. entre los puntos más cercanos de las dos islas. Lanzarote fue siempre la primera escala de los marinos que se
echaban a la mar costeando el continente africano. Desde un principio, esto provocó que Lanzarote se
convirtiese en la isla más visitada de las Canarias. Pero la supervivencia de sus habitantes, los conejeros,
no ha sido fácil.
Sus 845 Km2 están repletos de colorido: rojos, ocres, grises y más de trescientos volcanes forman un
paisaje más lunar que terrestre. Su clima cálido durante todo el año y paisajes como el del Parque
Nacional de Timanfaya, o la Cueva de los Verdes han provocado que Lanzarote sea un lugar de
encuentro para turistas y viajeros de todo el mundo. Pero nosotros queremos disfrutar también de
rincones menos visitados, como la tradicional Villa de Teguise. Pasearemos por La Geria, una muestra
del esfuerzo de ¨los conejeros y las conejeras¨ por sobrevivir en su entorno. Conoceremos también la
obra del fallecido artista canario César Manrique, que fue un acérrimo defensor de la tradición conejera.
Sin duda será un viaje que quedará entrañablemente grabado en nuestro recuerdo.