Kenia no es sólo el país de los safaris, Kenia es la esencia de África. Dentro de sus fronteras se unen y fraguan todos los elementos que hacen de África un territorio mágico. Entre los áridos desiertos del norte y sus verdes llanuras del sur, una cadena de lagos son acunados en el Gran Valle del Rift, una enorme falla que revela en silencio la fuerza de la naturaleza. De Este a Oeste las dos grandes masas de agua del África Oriental: el Lago Victoria y el Océano Índico, mecen las costas donde nació la cultura swahili, un lugar donde la humanidad dio sus primeros pasos y donde es irremediable dejarse llevar por su hechizo.

Kenia es un país de contrastes, donde las mañanas brumosas de las fértiles tierras altas dan paso a las interminables llanuras del Maasai Mara, y donde las frías nieves perpetuas del Monte Kenia contrastan con las cálidas aguas azules del Océano Índico. A lo largo y ancho de estos vastos territorios, conviven en perfecta armonía sabanas repletas de vida salvaje, lagos poblados por miles de aves y paisajes de tal belleza que, junto a la extraordinaria amabilidad y calidez de sus gentes, conforman el hechizo que hace de Kenia un lugar único en el mundo. Maravillas que, pese al paso del tiempo, permanecen hoy en día vírgenes.

Cuando se les pregunta a los visitantes que les ha traído a África, muchos dicen que son las culturas y la vida salvaje, y la manera con que los hombres han coexistido con la naturaleza desde tiempos inmemoriales. Para cualquier persona que desee experimentar lo más puro y vivo de África, un África intemporal que va a durar mucho en el futuro, Kenia ofrece el equilibrio perfecto de cultura y vida salvaje, turismo y ecología. En definitiva, una intensa experiencia.